top of page

El asombro y la expectativa

  • Foto del escritor: Frank Ketelhohn
    Frank Ketelhohn
  • 22 abr
  • 2 Min. de lectura

«He renunciado a las sorpresas de un estilo barroco; también a las que quieren deparar un final imprevisto. He preferido, en suma, la preparación de una expectativa a la de un asombro»; es de Borges —como puede presuponerse—, del prólogo de un libro, o de una clase —probablemente fuera una clase puesta en un prólogo, y posiblemente del año 71—.


La evoco una y otra vez, me resulta muy usual encontrarme con autores que perciben que el nivel del relato está casi directamente relacionado con la medida del impacto, con el grado de asombro con el que se ha encontrado el lector; da la impresión a veces de que cuanto más uno «trampee» a quien lo lee mejor ha sido su trabajo.

¿Y el proceso? ¿Y el montaje de las circunstancias que llevan a ese final? Tal vez el truco esté en hacer creer al lector que él fue construyendo el relato en conjunto con el autor y que, finalmente, no había otra resolución posible, como nos ocurre tantas veces en la vida.

Pensemos en «Un día perfecto para el pez plátano», un superclásico moderno con un final impactante que, a su vez, se anticipa en todo momento, ya fuera en los pequeños gestos, en esos peces que comen hasta atraparse o en el tono general de la escritura. El relato no nos mata como lo hace una araña, sino como lo hace una boa. ¿Han visto la fabulosa «Aftersun»? Tal vez se trata de centrarnos en la labranza del cuerpo y no en la elucubración del resultado.


Imaginemos la relectura de un relato con final «oooh» contra un relato con final «y sí, claro». En el primer caso, el lector busca esencialmente las pistas, como un juego contra su propia astucia: cómo no vio tal cosa, cómo interpretó tal otra; es una batalla intelectual que persigue, en buena medida, encontrar la falla en la narración: acá no fue honesto, esta es una pista falsa, omitió este dato fundamental, etcétera. En cambio, el final que comprime el relato vivido como una consecuencia natural se relee de otra manera: siempre fuimos esto, siempre supimos que no había otro camino, releemos y, finalmente, convivimos, sin perder nuestras intimidades, el autor, el lector y el relato.

 
 
 

Comments


  • Blanca Facebook Icono
  • Blanco Icono de Instagram
  • Blanco Icono LinkedIn

ESCRIBIR PARA TRASCENDER

En Gerundio 2018 - Todos los derechos reservados

bottom of page