Hay pocos libros que he recomendado tanto como «Una oportunidad», de Pablo Katchadjian.
Las razones son múltiples, desde ya, pero que sea un libro absolutamente extraordinario no es —frente a esta cuestión— la más importante de todas.
Como primera medida, «Una oportunidad» declara que el relato «podría leerse como un libro de autoayuda»: y lo logra. Sin eufemismos, es un libro que verdaderamente podría ayudar a muchos de sus lectores a «ayudarse a sí mismos»; claro, teniendo en cuenta que no hay evolución posible sin un trabajo subjetivo, sin un cuestionamiento permanente que no pretenda mucho más que seguir proyectándose en el dilema —lo que no quiere decir autoflagelándose— para crecer en forma espiralada. En otras palabras, se trata de asumirnos complejos, lo opuesto de la idea de que una fórmula banal podría funcionar para millones.
Resulta entonces lúcido cuando Katchadjian dice que «probablemente la autoayuda sea el mejor género posible, el único realmente válido, y a la vez un género imposible, porque nació estropeado por el comercio y con un nombre ridículo»; a lo que agrega que habría que «escribir textos de autoayuda que no sean del género autoayuda».
A partir de aquí, una trepidante novela de aventuras con brujas, vinos, amores y desconciertos donde el «nonsense» es apenas el escenario ideal para que la acción y las preguntas se desplieguen con su tempo y temple necesarios: porque no se trata de apurar nada —ni siquiera una guerra de drones comandados por adolescentes reclutados en fichines—.
Este libro es una obra maestra, y lo es en buena medida porque da la impresión de cumplir con todo aquello que se propone de manera brillante, con los recursos justos; como si fuera poco, se lee con la simpleza con que se mira una serie de Netflix.
Recomendar «Una oportunidad», lograr que alguien acceda a este libro, resulta una victoria para todas las partes: pocas ventanas tan precisas para entender ese punto de fuga en el que la buena literatura y los lectores de todo tenor pueden encontrarse sin perderse ni un instante en «su lugar de confort».
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